La vivienda primero (en inglés Housing First) es una metodología de intervención social con personas sin hogar alternativa al sistema de intervención tradicional basado en vivienda de emergencia y el modelo de intervención en escalera o progresivo.[1][2]
En el modelo de intervención en escalera, las personas sin hogar acceden a diferentes "escalones" de vivienda en el que cada escalón aproxima a las personas sin hogar a una "vivienda independiente" (por ejemplo: de la calle a un albergue, del albergue a un programa de vivienda de transición y de la vivienda de transición a una vivienda independiente). El modelo de intervención La vivienda primero ofrece a la persona sin hogar un hogar individual desde la calle, sin tener que pasar por alojamientos temporales previamente.[3][4] El modelo nació en Nueva York de la mano del psiquiatra y psicólogo Sam Tsemberis.[5]
La metodología La vivienda primero es especialmente adecuada para intervenir con personas sin hogar con enfermedades mentales graves, adicciones y/o discapacidad. Ha ganado apoyo como alternativa a la forma tradicional de intervención, dado que los primeros presentan tasas significativamente más bajas de consumo y abuso de sustancias y son significativamente menos propensos a abandonar su programa, ya que en los países donde se ha aplicado el 85% de las personas no vuelve a la calle.[6] El impacto positivo de los programas de La vivienda primero contrasta con las dificultades para retener a los pacientes a los que se les da primero el tratamiento para su enfermedad y evita el incremento del uso de sustancias y la posible recaída.[7]
Una revisión sistemática de 43 estudios, realizados la mayoría en Estados Unidos, y el resto en el Reino Unido, Australia, Canadá y Dinamarca, determinó que una variedad de programas de vivienda e intervenciones de manejo de casos parecen reducir la falta de hogar y mejorar la estabilidad de la vivienda, en comparación con los servicios habituales. Entre estas intervenciones están: vales de vivienda, Housing First (“La Vivienda Primero”), tratamientos residenciales, entre otras. Todas ellas parecieran tener efectos beneficiosos similares, por lo que no está claro cuál es las más efectiva. Igualmente, se requiere evidencia de mejor calidad.[8]
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